jueves, 20 de marzo de 2014

Agua…



Agua, ¿dónde vas?

Riyendo voy por el río
a las orillas del mar.

Mar, ¿adónde vas?

Río arriba voy buscando
fuente donde descansar.

Chopo, y tú ¿qué harás?

No quiero decirte nada.
Yo..., ¡temblar!

¿Qué deseo, qué no deseo,
por el río y por la mar?

(Cuatro pájaros sin rumbo
en el alto chopo están.)

Federico García Lorca









Agua…

¿Viento por dónde vas?
Voy silbando por el campo
ese campo que fresco esta,
su belleza reflejando.

¿Tierra y tú que pides?
Al agua que me alimente,
al fuego que me caliente
y al viento que me refresque.

Aguas que surcan buscando salidas,
rocas que impiden tu cauce,
vida que aflora en la tierra mojada...
Agua, tierra.... Vida.

Sueños que me traéis esperanzas
esperanzas que mañana y siempre serán vida.

Vida que me ofrecéis, anhelos,
Anhelos que abrazan los deseos acallados
en las largas madrugadas, en las horas de desvelo…
Noche que me traes, sueños
Esos sueños que alimentan de vida
los te quiero.

¡Ay alma de la sierra!
Cascabeleando rumores de solera,
traslucida tu divina esencia,
acaricias las arenas
concibiendo roncerías de amplia fibra,
meandros de la vida
sublimando el verde de la vida.

¡Ay alma de mi sierra!
Que me llevas de la mano con las notas eternas
de tus arenas,
a las leyendas que te almenan
replicando las morales,
con el silencio agreste de tus valles
engendrados con la sencillez de las altas verdades.

Esas verdades que de la mano del poeta brotan.
Y acallan ese silencio agreste,
que por los valles
donde aun replican ,
sus leyendas y fabulas, sobre
el por qué y el cómo, de las cosas.
Ay alma serena de la sierras llamas
donde tu tierra se desgrana,
gota a gota, en cada rayo de luz
de la mañana,..

¡Ay qué sabrá el agua!/
retozando despreocupada/
de los males del alma serrana/
¡Qué sabrá el agua de lo que triscan las cabras!
saltando de peña en peña/las cuitas de las ramas
mirando al horizonte/muerto del mañana...

¡Ay qué sabrá el agua!
de las lluvias derramadas por el alma...

El agua,
ese agua que habla con las peñas,
los arriscos y la yedra,
esa agua que desde su silencio sordo contempla,
la llanura que, desde lo lejos,
los verdes prados le muestran.

Ese agua habla con el viento de las penas
y requiebros,
de aquellos serranos viejos,
viejos reviejos
que traían deslomada el alma
al paso cansino de la loma inclinada
y alta de los peñones de la sierra,

¡Ay esa agua!
Que todo lo sabe y
a su paso en silencio queda.

El agua…

Duerme…

Novia de las cumbres
hasta que
sucumbes al ardor
florecido de las mieles del Sol.

Autores:

María Olga P. López, Francis Falcón, Pepi Maeses, Miguel Ángel



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