sábado, 8 de marzo de 2014

Manos delicadas.




Entre las manos la delicadeza que obran,
el marchitar de las hojas de una rosa...
siendo el lamento de un corazón enamorado,
por el que lloran los ojos sin unas lágrimas.

Seca la mirada
apagados los repiques de campana
volaron las palomas
dejando soledad en las estancias.

Soledad marchita,
la rosa, las manos,
olvido que es recuerdo
y ceniza en el tiempo,
en la almohada
el hueco del silencio.

Delicadas manos que acarician
belleza en su memoria
y olvidan las espinas
que en el tallo ocultaban su historia,
se ha secado el dolor que producía,
ya no es hermosa y, aún así,
resulta maravillosa.

Delicadas manos acariciando
delicadas tu presente y
tu pasado...
Rosa...

Y la rosa se seco
era la más bonita del jardín,
él mientras más la miraba
más le gustaba
el la cogió y la regó
y en sus manos
le devolvió la belleza de su interior
y cuanto más la miraba
más se enamoraba...

Pero un día de invierno,
las heladas de la mañana,
le acaecieron al rosal...

Rosa quedo helada,
sus espinas jamás picharían,
el jardinero que con sus manos
cobijaba, la dejo secar...

Mas entre las palmas mantiene
el satén frágil de los pétalos
dejando versos gregorianos
en el claustro delicado de tus manos...

Ese encierro en tan delicada
cárcel quizá sea el refugio
que su enfermedad sane,
tal vez sus pétalos tristes
renueven su savia
porque la utopía vive...

Y de esa utopía
que deja la esencia
donde la belleza toma vida...
y renace y de nuevo
el florecer de las hojas
cálidas.


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